5 maneras en que los hombres modernos son entrenados para odiar a las mujeres

El siguiente texto es una traducción del artículo de David Wong titulado «5 Ways Modern Men Are Trained to Hate Women»  Nótese que la fecha de publicación es bastante reciente. El sexismo no es cosa del pasado.

Para muchos el título de este artículo les puede sorprender, porque tendemos a pensar en el machismo como en ser despectivos con la mujer o pagarles un salario inferior. Pero no es solo eso, las pruebas de que los hombres son entrenados desde pequeños para odiar a las mujeres son mucho mas sutiles:

1. Nos convencieron que merecíamos una chica hermosa

Desde niños nos enseñaron que merecíamos y que eventualmente tendríamos una chica hermosa. Y tomen en cuenta que lo que nos programan de chicos es muy difícil desprogramar como adultos.
Nos enseñaron esto en cada película, programa de TV, libro, cómic o videojuego. Cuando el Karate Kid gana el torneo sus premios son el trofeo y Elisabeth Shue. Neo salva al mundo y se gana a Trinity. Shia LaBeouf se gana a Megan Fox en Transformers, el héroe en Avatar se queda con la guapa Na’vi, etc.

En cada caso el hecho que la chica y el chico no fueran compatibles, o que ella tuviera novio o pretendientes más atractivos o muchos otros factores no importaron. Si el «héroe» cumple con sus metas, se le premia con su mujer predilecta, independientemente de los sueños, metas o planes de ella.
Claro, harán como que ella tiene dudas y está indecisa y según esto toma su propia decisión, pero como espectadores, sabemos que la chica TIENE que quedarse con el «héroe». Porque sólo así puede ser, sólo así tiene sentido.

Y ahí está el problema porque todos nos creemos el héroe de nuestra propia historia. Y todos (lo admitamos o no) nos sentimos como héroes sólo por haber sobrevivido el día.
Así que se vuelve frustrante al punto de odiarlas cuando no obtenemos lo que nos «merecemos». El contrato se ha roto. Y estas mujeres al tener elecciones propias se nos niegan. Y afrontamos tal rechazo con la misma madurez que la de un niño a la que le niegan un juguete.

Es cuando recurrimos a adjetivos tales como «zorra o «perra». No es que nos disguste que las mujeres disfruten el sexo. Nos disgusta que lo distribuyan con otras personas cuando nos lo DEBEN a nosotros. Porque nosotros nos MERECEMOS una mujer HERMOSA de NUESTRA ELECCIÓN, independientemente de lo que ella quiera, lo que está ligado al siguiente punto:

2. Nos han entrenado a verlas como mera decoración

Con los hombres hay ocasiones en las que su apariencia no importa. Con las mujeres SIEMPRE importa. Incluso en situaciones, como en el ámbito laboral donde debería ser lo menos relevante, los comentarios que una mujer recibe antes que cualquier cosa, son sobre su aspecto.

En una película o una serie de televisión, el protagonista hombre puede ser gordo, feo, nerd, perdedor, viejo o todo lo anterior pero la protagonista mujer siempre es atractiva. Y en las pocas ocasiones en que la protagonista no es atractiva la historia se centra en lo fea que es. Ésa es la parte central e importante de la historia: la fealdad de la protagonista.
El rol de la mujer en la sociedad es doble: como persona y como decoración. Nos enseñaron que es obligación de la mujer ser atractiva.

Y nos enojamos si no cumple con su deber. Para ejemplificar esto, simplemente busquen en google “subió de peso” y el 90% de los resultados que arroja se trata de celebridades femeninas y los comentarios que la gente pone en esos artículos suelen ser denigrantes y muy ofensivos.
Si se trata de un hombre la gente se burla de su gordura, si se trata de una mujer la gente SE ENOJA.
Ellas nos deben ser bonitas, es el contrato social que hemos entendido que las mujeres tienen desde que éramos bebés.
Es una situación donde nadie gana. Te odiamos si eres fea, y si eres bonita entonces…

3. Pensamos que conspiras con nuestros penes para arruinarnos.

Primeramente hay que entender un poco la relación amor/ odio que los hombres tienen con sus penes. Y es que aunque los hombres adoran el sexo odian no poder controlar sus deseos. Y es porque es más común en los hombres que en las mujeres que la parte sexual está completamente separada del resto de su personalidad.
La parte del cerebro masculino que se preocupa por seguridad financiera, legal o social no tiene poder sobre el impulso sexual, que suele ganar. Si has oído a hombres decir que “estaban pensando con el pene” a esto es a lo que se refieren.

La ciencia aún no entiende totalmente porqué la parte del cerebro que controla los deseos sexuales masculinos reacciona diferente al de las mujeres, pero el punto es que no pueden evitar sentirse excitados con una mujer bella, incluso si la conocen en el funeral de su abuela. (Que actúen en base a esos impulsos es otra cosa, pero la idea de sexo en su mente, siempre estará ahí)
Y lo que sucede es que si tenemos una erección en un funeral por una chica con un amplio escote, NOS ENOJAMOS CON LA CHICA. Porque la parte racional de nuestro cerebro nos dice que no es el tiempo ni el lugar para eso, así que la chica tiene la culpa por provocarnos. Es una malvada, una conspiradora, una manipuladora que quiere jodernos.
‘Ella se lo buscó’ es una “excusa” patética común de las violaciones.

Pero ni siquiera esto es lo que más nos enseñan a odiar de las mujeres, sino…

4. Pensamos que nuestra masculinidad nos está siendo robada

Casi cualquier hombre puede recordar la primera vez que se metió en problemas por pegarle a alguien, prenderle fuego a algo u orinar en público. Y nos ponemos nostálgicos cuando vemos películas como 300, donde todo mundo grita y se pelea con espadas y cortan cabezas.
Pensamos en la idea de que el mundo fue así alguna vez y que los impulsos de golpear y gritar y matar no tan solo eran permitidos, sino celebrados.

Y en algún momento, las mujeres nos quitaron esa gloria.

El genial mundo donde alguna vez hubo héroes y guerreros y peleas y a las mujeres simplemente se les TOMABA, ha sido reemplazado con uno donde hay supervisores femeninos viendo las pantallas de nuestros monitores en la oficina frunciendo el ceño ante los chistes subidos de tono, ofendiéndose ante las leves insinuaciones sexuales y enojándose si nos enfrascamos en un juego rudo con algún compañero.

El resultado es frustración y humillación y queremos regresar a ese mundo ideal de la única manera que sabemos: haciendo actos inmaduros de vileza porque…

5. Nos sentimos sin poder

¿Se acuerdan de las caricaturas donde uno de los personajes está hambriento y en cierto puento empieza a ver a su compañero como si fuera comida? Es así con los hombres la mayor parte del tiempo. Estamos hambrientos y las mujeres son diferentes tipos de comida. Solo que en lugar de comida, es sexo.
Y tratamos de llevar una vida «normal» y digamos, sacar una licencia de conducir pero en lugar de hablarle a la dependienta, le hablamos a dos senos gigantes que hablan.
Y desde los 13 a los 90 años, el 90% de nuestra energía está canalizada a tratar de contorlar esto y comportarnos como seres humanos civilizados y no como perros en un mercado.

Los carros, los edificios, los trabajos bien remunerados, los deportes, el poder. Todos son una canalización de energía.
Y el punto aquí es que no importa cuánta dominación masculina o control o privilegios los hombres tengan. Las podemos obligar a vestirse de pies a cabeza, a que abandonen los lugares de trabajo, forzarlas a una vida confinada dentro de 4 paredes. No importa. De cualquier manera ustedes son en TODO lo que pensamos y eso les da mucho poder sobre nosotros. Y detestamos eso, más que cualquier cosa.

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